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lunes, 25 de marzo de 2013

ENTREVISTAS - CAPÍTULO 4: LA CONSTRUCCIÓN DE UNA BUENA IMAGEN PERSONAL

Objetivo del capítulo: Consigue que la impresión que causes en el entrevistador sea positiva




Quien diga que la imagen no importa en la sociedad actual que tenemos es tal vez porque padece ceguera. Sólo el hecho de dar un paseo y contemplar la gran cantidad de anuncios a los que estamos expuestos debería de dar la razón a la argumentación anterior. Incluso te invito a realizar un pequeño experimento que pondrá de manifiesto lo importante que es cómo nos perciban los demás: 


  • Necesitaras una carpeta llena de papeles y un poco de torpeza. En el metro, o en medio de una calle amplia, deberás dejar caer la carpeta. Lógicamente, cuando la carpeta se estrelle de bruces contra el suelo los papeles se esparcirán por la superficie. Ahora la pregunta que surge es si la gente que te vea te ayudará. Tendrás que hacerlo dos veces: en la primera de ellas tendrás que ir arreglado, mientras que en la segunda te tocará vestirte de una manera más informal. Después de hacerlo comprobarás que hasta una conducta como la ayuda se ve influida por aspectos que no tenían que estar relacionada con ella. 


Después de leer esta entrada serás capaz de aprovechar alguno de los elementos que permitan mejorar tu imagen personal. Muchos de ellos no están relacionados directamente con el físico. Saber y conocer estas claves te permitirá no sólo causar una buena primera impresión. Además, conforme la entrevista transcurra, el entrevistador irá confirmando esa primera sensación que tuvo contigo, lo cual te beneficiará enormemente, ya que una de las cosas que más nos gusta es el hecho de acertar en nuestras predicciones. Lo que se traduce en que tras la entrevista el entrevistador no sólo estará encantado de haberte conocido sino que también saldrá feliz al sentirse más inteligente tras su correcta predicción



EL ERROR DE LA PRIMERA IMPRESIÓN: LA ANULACIÓN DE LA SITUACIÓN 



En tu primer día en la facultad te sientas en una de las primeras filas de la clase. A tu derecha queda un sitio vacío. Comienza la clase. A los cinco minutos entra un chico desarreglado que se sienta a tu lado. Muestra grandes señas de nerviosismo: se muerde las uñas, no para de mover el bolígrafo e incluso tira los papeles al suelo. Parece estar totalmente en otro mundo. La profesora le pregunta un par de veces y falla en las respuestas. Antes de acabar la clase la docente indica que el 50% de la nota final de la asignatura corresponde a las prácticas, las cuales deben completarse en parejas. Al final de la clase el chico de tu derecha te pregunta si podéis hacer las prácticas juntos. ¿Qué le dirías? 


Si tu elección es no realizar las prácticas con él entonces has contestado como la mayoría de las personas. Pero lo importante es saber porqué tu cerebro ha llegado a esa conclusión. En psicología existe la teoría del error de atribución fundamental, la cual indica que cuando hacemos inferencias sobre el comportamiento de las personas le ponemos mucho más peso a los factores personales que a los situacionales. En el caso anterior, en ningún momento pensaremos que el chico ha tenido un mal día y que está atravesando un mal momento. O incluso que está a la espera de una decisión muy importante y le es imposible concentrarse. Nuestros pensamientos omiten la situación por la que pueda estar pasando y se declinan por atribuir sus comportamientos a rasgos personales. Probablemente pensaremos que nuestro compañero es desordenado, nervioso e incluso que reúne una serie de competencias que no nos dan mucha seguridad sobre nuestro éxito en la nota de prácticas si decidimos que él sea nuestra pareja. 

Y esto puede ocurrir a la inversa. Si conocemos a una persona en el momento oportuno puede que nos encandile y nos parezca alguien muy especial. O aplicado al ejemplo anterior, una persona competente con la que trabajar. Pero no todo se descubre en un solo instante con alguien. Aunque nuestro cerebro parece omitir esta regla y crear una imagen personal incluso sin interactuar directamente con la persona. 

La conclusión es que cualquier interacción con un entrevistador es fundamental. Desde la primera entrevista telefónica hasta la última entrevista presencial. Necesitas estar en un buen momento y transmitir todos los elementos positivos que puedas. Porque no importa como seas, sino lo que le hagas creer a los demás que eres. 


EL CONFLICTO DE LA VESTIMENTA: TARZAN VS JANE 






La naturalidad es una característica que por lo general las personas creen que influye en una entrevista. Y puede estar ligada a la forma de vestir. Sin embargo, en una entrevista tenemos que mostrar nuestras competencias para realizar un trabajo. Y no sólo eso, sino que tenemos que dar una buena imagen, y eso implica dejar de lado la naturalidad e implicarnos en la profesionalidad. Cambiar este planteamiento es fundamental ya que muchas veces la entrevista parece ser más informal y es un momento donde la gente se relaja y parece olvidar el contexto en el que se encuentra. Ello hace que pueda darse más información o incluso realizar ciertas acciones fuera de contexto y que perjudiquen a las opciones de conseguir el puesto de empleo. 

Si recuerdas la mayoría de entrevistas que has realizado comprobarás que las personas que te entrevistaron iban bien vestidas. Esto ocurre porque las empresas en sus procesos de selección también muestran su imagen a los candidatos. Y no da la misma sensación que te entreviste una persona en un chándal que lo haga en un traje. Por ello, es importante ir bien arreglados independientemente del tipo de trabajo que sea. Puede que en la entrevista vayas en traje y luego no sea necesario para ir al puesto de trabajo. Pero la imagen que das vistiendo de manera arreglada te da un aspecto más profesional. Incluso demuestras interés y las ganas de causar una buena impresión, lo que en otras palabras quiere decir que te importa el proceso de selección en el que estás participando. Y recuerda, no es ir arreglado como para salir a ligar, es intentar vestir para parecer lo más profesional posible. 



EL ATRACTIVO FÍSICO VS. EL ATRACTIVO SOCIAL 



Hay personas que en un primer momento pueden no llamarte la atención. Conforme vas conociéndolas parecen más simpáticas, divertidas e incluso más atractivas físicamente que en un primero momento. Pero cuidado, este proceso muchas veces puede ocurrir a la inversa. Recuerdo de muchas amigas la famosa frase de “era todo fabuloso hasta que abrió la boca y empezó a decir tonterías”. 

El atractivo social, o aquellos elementos que no están puramente relacionados con el físico, tiene también un gran peso en la imagen que se forman los demás de nosotros. Y en el contexto laboral debería influir mucho más. Algo muy importante es la seguridad que podamos transmitirle a la persona que nos evalúa. Por ello, debemos sentirnos seguros tanto con nuestro físico como con nuestras competencias y habilidades. No hay mejor maquillaje que una buena autoestima 

El atractivo físico influye porque se dispara el efecto halo: un fenómeno psicológico que explica que cuando vemos a una persona atractiva físicamente entonces atribuimos otra serie de características positivas, por ejemplo la simpatía o la inteligencia. También podría ocurrir al revés, pero generalmente asociamos que lo bello es bueno. 

En el atractivo social influyen muchos aspectos. Uno de ellos es que nos gusta lo que se parece a nosotros. Nuestros amigos y la gente que nos rodea comparten aficiones y tienen una manera de pensar parecida. Eso nos hace sentirnos más a gusto e identificados con aquellos que nos rodean. Y estas reglas también entran en juego en una entrevista. Si compartimos alguna característica con el entrevistador, como puede ser la carrera o algún centro de estudios, eso nos dará puntos positivos a la hora de la imagen que el entrevistador desarrolle de nosotros. Pero tal vez el elemento fundamental y en que se basa el que una persona sea atractiva socialmente es que sepa satisfacer las necesidades emocionales de las personas que le rodean. Es decir, las personas que nos escuchan, que nos hacen lidiar, que nos refuerzan, que son agradables y que en definitiva nos hacen sentirnos bien. Y todo ello puede demostrarse durante el proceso de selección. Por ejemplo, poniendo todas las facilidades posibles al entrevistador, agradeciendo la oportunidad que da o entender que pueda tener alguna equivocación y no tenerlo en cuenta. 



OTRO FACTOR IMPORTANTE: LA CREDIBILIDAD




Cuando escuchamos una noticia nos sentimos más confiados cuando la información viene de una persona experta. Es realmente curioso que si vemos a una persona con una bata blanca entonces ya atribuimos que tiene que ser un experto (esto hace relación a la cantidad de elementos que podemos aparentar en función de cómo nos vistamos). 

La credibilidad está fundamenta en la competencia o experiencia atribuida a una persona. Y aplicada al proceso de selección, estaría relacionada con la visión que tiene el entrevistador de si el candidato podría hacer frente a las demandas a las que tendría que enfrentarse en su puesto de empleo. Hay dos factores que influyen: la competencia y la confianza. 



La competencia hace relación a los cursos, títulos y experiencias laborales demostrables donde el candidato pueda demostrar sus conocimientos. 

La confianza hace relación a que el entrevistador se pueda fiar de nosotros y de lo que decimos, algo que es fundamental. Si intentamos ocultar cualquier aspecto y se nota entonces no estaremos mostrando credibilidad ante los ojos del entrevistador. Y a veces puede que por los nervios estemos dando una imagen equivocada, por ello es importante utilizar bien el lenguaje, no trabarse y utilizar buenas argumentaciones para generar esa confianza. 

LA ENTREVISTA FINAL



Conforme se van pasando filtros en los procesos de selección también eso indica que eres un candidato que podría encajar en el puesto. En la última, o las últimas, entrevistas cuando la persona que se sienta frente a ti es tu futuro jefe o responsable, depende la decisión aun más de elementos como el atractivo social. ¿Por qué? Porque las personas que llegan a esa fase son candidatos óptimos para el puesto, y cualquiera de ellos podría desempeñar correctamente sus funciones laborales. Entonces otros aspectos entrarán en el proceso de selección. Aspectos más subjetivos y que se pueden relacionar con las actitudes que pueda tener el jefe. En esta parte el azar puede influir bastante, aunque tal vez nuestros dados den un número más alto si sabemos localizar algún elemento que decante la balanza hacia nuestra elección.


Como las primeras impresiones son las más difíciles de cambiar, entonces vamos a conseguir crear una primera impresión inmejorable. 


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